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¿Cual es tu morera para arrancarla de raíz?

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Y si, Dios se vale de todos los instrumentos para mantenerte en eje en tu vida, pero no hará nada por nosotros en el sentido de sustituirnos en el esfuerzo o en la practica de las virtudes. Eso por nuestra cuenta. En la vereda de enfrente, Satanás, se prenderá de todas tus debilidades para hacerte la vida imposible; amplificará la ira y cada uno de los pecados capitales que inundan tu vida.  El evangelio del domingo 05 de octubre dice que "... Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. " Los cambios requieren fe y fortaleza para arrancar de raíz las cosas que quitan tranquilidad de espíritu. El Padre Javier pregunta: cual es tu morera que necesita ser arrancada??  De eso se trata. Como dijimos desde el principio en nuestro blog, el hombre, la vida de un hombre es un constan...

Los nombres escritos en el cielo

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En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre». El les dijo: «No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo. En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.» (Evangelio según San Lucas 10,17-24.) Es verdad que el Evangelio de hoy sí se habla de lo pequeño y de lo sencillo y, por supuesto, con toda razón y toda verdad. Pero lo pequeño y lo sencillo significa renunciar al propio nombre, al prestigio, a la soberbia, al propio engrandecimiento y a todo narcisismo. Por eso, el mismo pasaje del Evangelio recuerda: no se alegren de poder domar serpientes o salir inmunes de los peligros. No pensemos que lo...

Servir a Dios o al dinero.

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La liturgia del domingo 21 pasado, en la primera lectura describe una situación en la que caían muchos comerciantes, en tiempos de Amós. De domingo a viernes, haciendo trampa en el mercado, engañando y viviendo como si Dios no jugara ningún papel en su vida. Considerándolo, más bien, una molestia, porque el sábado no podían hacer ningún negocio. En vez de disfrutar de la posibilidad de rezar al Dios que los había liberado de la esclavitud de Egipto, que los había llevado a la Tierra Prometida, estaban quejosos y descontentos. El dinero genera en torno a sí un culto idolátrico. Es la idolatría de nuestro tiempo. Quien ofrece dinero, obtiene votos; quien se presenta adinerado recibe honor, gloria. Quien facilita el crecimiento económico es bien visto en cualquier institución. En la iglesia no llegamos a esos excesos. Pero sí que nos tienta el modelo empresarial de nuestra sociedad y no tenemos imaginación y creatividad suficiente para ensayar otro modelo alternativo, en el que no quedemo...

Enciende una luz

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  Nadie que ha encendido una lámpara la oculta con una vasija o la pone debajo de la cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entran vean la luz. Porque nada hay escondido que no acabe por saberse; ni secreto que no acabe por conocerse y hacerse público. Mirad, pues, cómo oís: porque al que tiene se le dará; y al que no tiene incluso lo que piensa tener se le quitará. (Lc 8,16-18) Esa luz ya fue sembrada en nuestro bautismo. Aquel día Dios nos otorgó la luz de la fe, fuimos hechos “hijos de la luz”. Fue el día más luminoso de nuestra vida. No tendría sentido que Alguien tan luminoso para el mundo como es el mismo Dios hecho Hombre quedase oculto, desconocido para las gentes. ¡Cuántos somos todavía los cristianos que brillamos poco con nuestra vida, con el ejemplo de nuestras buenas obras, con la palabra amistosa! Necesitamos pedir cada día a Dios que nos aumente la luz de la fe para que nuestro ejemplo arrastre y nuestra palabra mueva, sin que nos venza la tiniebl...

Lo acompañaban los doce y también algunas mujeres

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Evangelio de San Lucas 8, 1-3 «Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.» Se ha dicho de Lucas que es el evangelista de las mujeres porque describe con sensibilidad cuánto se preocupó Jesús de ellas y cómo se incorporaron al grupo de sus discípulos, pero esas mujeres, muchas, aparecen también en los demás evangelios y están presentes desde el principio de la vida de la Iglesia hasta nuestros días. En nuestra época esta presencia de las mujeres en la Iglesia es tema de debate dentro de las reivindicaciones feministas, con posturas muy diferentes y casi irreconciliables, pero no es este el espacio para el tema. Lo cierto es que en los evangelios las mujere...

Cuando Jesús toca nuestras heridas

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Evangelio según San Lucas 7,11-17. El evangelio de hoy revela cosas sencillas y profundas; la mirada de Jesús, el consuelo que abre caminos, el toque que transforma, la vida que regresa, la alegría compartida. Si ayer meditábamos en el dolor de María, hoy el Evangelio nos presenta las lágrimas de una madre viuda que llora a su hijo muerto. Tal vez la viuda de Naím pueda ser imagen de Santa María o de la Iglesia llorando por sus hijos “muertos”. Tal vez tu y yo y muchos estemos necesitados de una Voz soberana que nos diga con fuerza: ¡A ti te lo digo, levántate! Una Voz que nos levante de la tumba.  Porque, casi sin darnos cuenta, igual estemos mas muertos que vivos. Dormidos tan profundamente que parecemos muertos porque en algún momento perdimos la gracia a fuerza de cesiones en detalles que estimamos poco importantes, caímos en cierto fariseísmo, nos acostumbramos a unas prácticas rutinarias, confundimos la libertad de los hijos de Dios con la pretensión de autosuficiencia, nos c...

15 de septiembre: Virgen de los Dolores

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Evangelio de San Juan 19,25-27 Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. Muchas veces habremos contemplado, en un cuadro o en nuestra imaginación, la escena del Evangelio de hoy: Jesús en la Cruz y, a sus pies, su Madre, las santas mujeres y el discípulo amado. Queda sitio para nosotros, que somos también discípulos amados, fieles al Maestro en su hora. Jesús llama “mujer” a su Madre, como también lo hizo en las bodas de Caná. Ella es la Nueva Eva. La primera Eva fue también llamada “mujer”, pero engañada por la serpiente, desobedeció al mandato divino. Aun así, Dios prometió que la mujer se opondría a la serpiente, pues un descendiente de ella, Jesús, le aplastaría la cabeza. Em...